Nos preguntamos si hay peligro en celebrar Halloween. Se aproxima la víspera de “todos los santos” o la fiesta de las brujas o incluso como la sociedad se atreve a decir, la noche de los niños. Es una fiesta en la que pueden realizarse actividades relacionadas con ofrecer plegarias por los muertos o el estar recolectando dulces por parte de los niños. Sin embargo, el fondo de la celebración es el mismo, el culto pagano a los muertos.
Lamentablemente existe el peligro de celebrar Halloween porque sin lugar a duda va en contra de la voluntad de Dios por su origen y práctica como lo veremos, y por la inseguridad que se puede vivir al estar en las calles de noche, fuera del hogar y aún por la distribución de comestibles que puedan estar adulterados. Se corre el riesgo de sumergir a los niños en una fiesta mundo donde se resalta la muerte, la mutilación, la violencia y la sangre.
La tradición
Halloween se vive en muchos países del mundo en la noche del 31 de octubre, impulsado siempre por el comercio desde septiembre, ya que esta actividad genera grandes ganancias en las ventas a nivel de reuniones, vestuarios, adornos, comida y licor. En los hogares, los lugares de trabajo, los colegios, los conjuntos residenciales o deportivos, se decora y se anima a celebrar esta fiesta ya que se convierte en un motivo de integración y diversión entre los participantes.
Isaías 8:19 “Y cuando os dijeren: Consultad a los que evocan a los muertos y a los adivinos, que susurran y murmuran, responded: ¿No consultará el pueblo a su Dios? ¿Consultará a los muertos por los vivos?”.
Deuteronomio 7:26 “Por lo tanto, no lleven a su casa nada que sea abominación, para que ustedes no sean también destruidos. Eso está destinado a la destrucción, así que deben considerarlo como algo despreciable”.
El riesgo de celebrar Halloween
Se debe tener cuidado con las actividades que por tradición se propagan sin tener un fundamento bíblico.
Colosenses 2:8 “Tengan cuidado: no se dejen llevar por quienes los quieren engañar con teorías y argumentos falsos, pues ellos no se apoyan en Cristo, sino en las tradiciones de los hombres y en los poderes que dominan este mundo”.
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¿Cuál es su origen y qué se celebra?
La palabra Halloween viene de una combinación de las palabras hallow —santo en inglés— y een —todos en holandés—. Así tenemos la noche de todos los santos. Para encontrar su origen tenemos que ir hasta las costumbres celtas y romanas de hace un par de milenios, donde sus ritos de la fiesta de la cosecha en cada 31 de octubre despedían al sol y anunciaban la llegada de la temporada del frio y la oscuridad (inicio del otoño). En la celebración se daba culto a muchos dioses y se realizaban actos para protegerse de los malos espíritus o invocar sus poderes sobrenaturales para conseguir ventaja en la suerte, salud, la muerte, etc.
Los involucrados preparaban una comida porque los espíritus de los muertos saldrían de los cementerios y tocarían en las puertas de sus familiares. De no haber comida, el espíritu haría una maldad. De ahí es que viene la expresión “Trick or Treat”, engaño o trato.
Los celtas también celebraban fiestas dedicadas a sus mártires que habían muerto durante las persecuciones imperiales. Había otra fiesta que se llamaba el sábado de las brujas donde se decía que las brujas salían volando en sus escobas burlándose de la sangre de los mártires de la iglesia.
El paso al cristianismo
El papa Bonifacio IV —615 d.C.— dedicó un templo cristiano en honor a “Todos los Santos”. Aunque en un principio esa festividad se celebraba en mayo, el papa Gregorio III —741d.C.— cambió la fecha al 1 de noviembre. En el año 840 el Papa Gregorio IV estableció que la fiesta se celebrara universalmente con sus preparativos organizados durante la víspera (31 de octubre).
Así fue como “All Hallows Eve”, la fiesta pagana se convirtió en una fiesta religiosa.
Levítico 18:30: “Guardad, pues, mi ordenanza, no haciendo las costumbres abominables que practicaron antes de vosotros, y no os contaminéis en ellas. Yo Jehová vuestro Dios”.
El peligro actual de Halloween
En la noche del 31 de octubre en muchos lugares se realizan misas negras, cultos espiritistas y otras reuniones relacionadas con el mal. Niños, jóvenes y adultos celebran Halloween con diversos disfraces que reemplazan la tradición celta de usar huesos, calaveras y pieles de seres humanos y animales entregados en sacrificio a sus dioses. Se visten en ocasiones como hechiceros, muertos, monstruos y personajes relacionados con el mal. Se usan decoraciones y bolsas con forma de calabazas, gatos negros, calaveras, etc.
Por otro lado, y aunque no se use la noche para celebrar esta actividad del culto a los muertos, al estar realizando una actividad paralela a la que sí glorifica el mal, con diversiones, disfraces de cualquier tipo o incluso el pedir el “trick or treat”, se está viviendo de manera errada un momento en el que no se debería celebrar nada. Este es el gran engaño en el que está envuelta la humanidad.
No está bien enredarse con este tipo de actos que para nada agrandan a Dios. Hay peligro de celebrar Halloween. Por más se quiera desvincular su origen pagano con la tradición actual, la noche de todos los santos evoca muerte, espiritismo, ocultismo y sacrificios. No nos compete hacer ninguna celebración en esta fiesta cuando muchos la utilizan para hacer maldad.
Sólo se celebra lo que se aprecia. No es lógico que los cristianos celebremos algo dedicado al enemigo de Dios.