Cuando hablamos de la iglesia militante y la iglesia triunfante, hablamos de la iglesia de Cristo. Esta puede compararse con un ejército ya que la vida de cada soldado es de esfuerzos, penalidades y peligros. Por todo lado hay enemigos vigilantes, dirigidos por los poderes de las tinieblas que nunca duermen y nunca abandona su puesto.
Siempre que un cristiano se descuida, este poderoso adversario ejecuta un súbito y violento ataque. A menos que los miembros de la iglesia sean activos y vigilantes, serán vencidos por las tácticas del enemigo. Qué podría ser más terrible que un ejército de soldados cristianos somnolientos. ¿Qué avance podrían hacer contra el mundo?
En días pasados leía sobre la importancia de hacer las cosas importantes y las urgentes y cada cosa a su momento. Lo importante no siempre es lo urgente y lo urgente no siempre es lo importante. Importante ir a estudiar, urgente ir al médico. Importante escribir un e-mail, urgente la salvación. Nosotros nos sentimos orgullosos de andar en el camino de Dios, pero no solo por andar allí quiere decir que somos salvos. Es importante ser parte de la iglesia, pero esto no nos asegura la salvación. Urgente es tener claro que debemos caminar todos los días en la transformación de nuestro ser. La salvación es por gracia, pero solamente la obediencia por amor a Dios nos asegura la salvación.
Con el pueblo de Dios va la multitud
Cuando el pueblo de Dios salió de Egipto, Éxodo 12:29-38, le acompañó una multitud que no era de Israel. Esta multitud se componía no sólo de los que obraron movidos por la fe en el Dios de Israel, sino también de un número mayor de individuos que trataban únicamente de escapar de las plagas, o que se unieron a las columnas en marcha por pura excitación y curiosidad. Esta clase de personas fue y es hoy un obstáculo, un lazo para Israel.
Esta imagen aplica para el tiempo presente: ¿eres de los que caminan con el Señor por amor y obediencia o eres la cizaña que crece junto al trigo y que acompaña solo por interés?
El Señor nos trajo a nueva vida
Cuando el Señor nos sacó de Egipto, del mundo en que vivíamos, nos pidió que le siguiéramos de corazón y nos dio su Ley para amarle. Como en la antigüedad primero nos sacó de Egipto y luego nos llevó al Sinaí para darnos su Ley lo que nos indica claramente que a Jesús podemos acudir con todas nuestras faltas y que él nos acepta tal como somos para luego llevarnos por un camino de transformación.
Leemos en 1 Corintios 10:1-11 “Porque no quiero, hermanos, que ignoréis que nuestros padres todos estuvieron bajo la nube, y todos pasaron el mar; y todos en Moisés fueron bautizados en la nube y en el mar, y todos comieron el mismo alimento espiritual, y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo”.
El apóstol Pablo nos cuenta que cuando Israel cruzó el Mar Rojo, experimentó el bautismo. Cuando las aguas se abrieron para que ellos pasaran en seco, fue como una sepultura bajo aquellas aguas. El bautismo en agua tiene algunos significados: es un paso de obediencia a un mandamiento que Cristo Jesús dio, es un testimonio público de nuestra fe, es un símbolo de como fuimos lavados por la sangre de Cristo. También es una muerte y una resurrección. El bautismo en agua es una muerte al pecado y una resurrección a la nueva vida en Cristo Jesús.
No debemos volver atrás
Para el Apóstol Pablo, Israel no volvería a cruzar aquel mar para volver a Egipto. En Egipto ellos habían sido esclavos, habían sufrido hasta la muerte. Por tanto, el Mar Rojo señalaba un límite al pueblo de Israel que no podía cruzar. De la misma manera el cristiano al bautizarse, al sumergirse en el agua está muriendo a la esclavitud del mundo y al pecado. Aquí se comienza a vivir la iglesia militante y la iglesia triunfante.
El bautismo marca la línea que no se debe cruzar, es una especie de frontera que no se está autorizado a traspasar. No debemos volver a la vida antigua, dejemos todo aquello que nos enreda y nos aparta del Señor y no cometamos los mismos errores del pasado. De ahí la amonestación del versículo 11: “Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos”.
¿Dónde está tu mente, en las cosas de Dios o del mundo?
Nosotros somos la iglesia militante y la iglesia triunfante, pero tristemente regresamos a Egipto espiritualmente. Hoy militamos en la lucha cristiana pero cuando Cristo regrese seremos su ejército triunfador. Entonces, ¿por qué en ocasiones persistimos en mantenernos cruzados de brazos o haciendo tan poco por nuestra conversión o no ayudando a otros para que reciban el mensaje de amonestación? La hora del juicio de Dios ha llegado y preferimos desentendernos del tema. Acordémonos que el Evangelio es como una gran red: Mateo 13:47 “Asimismo el reino de los cielos es semejante a una red, que echada en el mar, recoge de toda clase de peces”.
¿Vives en una iglesia militante para luego ser en parte de la iglesia triunfante?
Nuestra iglesia está llena de imperfecciones humanas, pero es la iglesia de Dios. Estamos trabajando con la ayuda y dirección del Espíritu Santo para poder pasar a ser la iglesia triunfante cuando Cristo regrese. Como soldados de Cristo tenemos que estar alerta en todo momento para no ser sorprendidos por las artimañas del enemigo. El enemigo sembró la cizaña cuando “los hombres dormían”. No podemos dormir, tenemos que estar en guardia, de lo contrario seremos sorprendidos.
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Persevera en la fe, Cristo viene pronto y cuando eso suceda seremos una iglesia triunfante en Cristo Jesús. Pero mientras eso sucede aferrémonos de Él y luchemos por nuestra salvación.
Para leer un poco más sobre la iglesia triunfante puede leer el libro “Preparación para la crisis final”
esta muy bien la información
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