Revisemos brevemente el concepto “profético” antes de entrar a revisar el porqué Jesús está en el centro de la profecía y de la Biblia. Apocalipsis 19:10 “Y yo me postré a sus pies para adorarle. Y él me dijo: Mira que no lo hagas; yo soy siervo contigo, y con tus hermanos que tienen el testimonio de Jesús; adora a Dios, porque el testimonio de Jesús es el espíritu de profecía”.
Definamos primero qué es profecía
Es el método usado por Dios para decirnos cómo va a actuar, cuándo y dónde. Además, es un mensaje de amonestación que nos invita a prepararnos para los eventos futuros porque estamos en medio de un gran conflicto. El mensaje puede ser local, pero puede tener una incidencia mundial.
En este orden tomemos el ejemplo de la profecía dada a Jonás para ser entrega a Nínive. El Señor anunció la destrucción de Nínive, pero desistió de su plan al observar el arrepentimiento del pueblo. Fue un mensaje local pero de incidencia mundial y generacional (de un Israel material a uno espiritual) con el que se muestra cómo puede trabajar el plan de salvación en los que buscan a Dios de corazón y cómo actúa el amor y la intercesión de Jesús. ¿Podemos hablar de Jesús como centro de este ejemplo? Por supuesto que sí. Él es Dios anunciando, enviando, rescatando a Jonás y perdonando al pueblo. El protagonista de la historia no es Jonás ni Nínive, es Dios.
2 Pedro 1:19 “Tenemos también la palabra de los profetas más firme, a la cual hacéis bien de estar atentos como a una lámpara que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca, y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones”.
El don de profecía
El punto más importante es que las profecías bíblicas tienen un protagonista, quien en todos los casos es el mismo: nuestro Señor Jesucristo dando la orden, ejecutándola, anunciando su venida y su ministerio.
Por eso hablar de profecía como, por ejemplo, “lo que te ocurrirá esta semana”, no es profecía. El centro de la profecía debe ser Cristo y los eventos tienen que ver con el caminar de su pueblo al cielo.
Juan 5:39 “Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí”.
Jesús es el centro, el personaje principal de Biblia. La Biblia se escribió para conocerle. Tener información bíblica sin intentar conocer personalmente al protagonista de esas profecías no tiene valor alguno. No es la información la que salva. Quien salva es la persona de la que la profecía habla.
Quien transmite el mensaje, el profeta, es elegido por Dios (Deuteronomio 18:15). Habla las palabras de Dios (Deuteronomio. 18:18). Recibe las revelaciones por medio de sueños y visiones (Joel 2:28; Salmo 89:19; Job 33: 1416; Ezequiel1:1). Las visiones van acompañadas de notables fenómenos físicos como pérdida de la fuerza (Daniel 10: 8,17), inconsciencia (Daniel 10:9), ausencia de respiración (Daniel 10: 17), los ojos permanecen abiertos (Números 24: 3,4) y recibe fuerza sobrehumana (Daniel 10:18).
Génesis 3: 15 y Jesús en el centro de la profecía
La primera profecía que encontramos en la Biblia es realmente extraordinaria. Está llena de amor, pasión y esperanza. Una lectura superficial de la misma podría llevarnos simplemente a ignorarla por no haber reparado en la profundidad de su significado. Hay por lo menos 5 protagonistas: Dios (quien habla), la serpiente (o quien poseía a la serpiente en ese momento, Satanás), la mujer (Eva, madre de todos los vivientes), la simiente de la serpiente (el diablo y quienes son utilizados por él) y la simiente de la mujer (Jesús y su pueblo).
Al decir, “Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya”, Dios se comprometió a implantar en los seres humanos un nuevo principio, el odio por el pecado, el engaño, la vanidad y por todo aquello que lleve el sello de las estratagemas de Satanás. Aplastar la cabeza tiene connotaciones mortales, una herida en el talón produce dolor pero no es definitivamente mortal. Esto sucedió en la cruz del calvario. Jesús fue herido en el talón al morir, pero Satanás fue derrotado para siempre en el mismo acto.
¿Habías visto a Jesús como centro de esta profecía?
Jesús está detrás de cada profecía y hay que leer la Biblia para encontrar al autor de nuestra Salvación. ¿De qué manera se cumple esta profecía en nuestras vidas? Esta sentencia pronunciada a oídos de nuestros primeros padres, fue para ellos una promesa. Antes de que oyeran hablar de los espinos y cardos, del trabajo rudo y del dolor que les habían de tocar en suerte, o del polvo al cual debían volver, escucharon palabras que no podían dejar de infundirles esperanza. Todo lo que perdieron al ceder a las insinuaciones de Satanás se podía recuperar por medio de Cristo.
¿Qué podemos hacer a partir de ahora?
Vamos a esmerarnos en encontrar a Cristo en la Biblia. Vamos a leerla de una manera diferente entiendo que ella es la única alternativa para comprender la salvación para cualquier ser humano y nos esmeraremos en entender que desde Adán y Eva hasta hoy es Cristo Jesús centro de todas las profecías.
Siendo que, como dijo el apóstol Pedro, “en ningún otro hay salvación” (Hechos 4:12), ¿cuál será la decisión de cada uno de nosotros este día? ¿A quién le permitiremos dirigir nuestras vidas?