El dirigirse a Cristo como Señor implica reconocerlo como soberano y asumir la posición de súbdito o siervo. La fe en Él debe acompañar a las acciones; de otro modo es sólo un formalismo. Por lo tanto, cuando Jesús expresó “¿Por qué me llamáis, Señor, Señor y no hacéis lo que yo digo?” nos estaba señalando la obligación de creer el Él y hacer su voluntad sin buscar reparaciones según nuestra manera de pensar.
Los que no conocen la voluntad de Dios, no deben rendir cuentas de ella (Luc. 12: 47-48); pero los que han oído la voz de Dios que habla a sus corazones y sin embargo persisten en andar por sus propios caminos, que tuercen las escrituras para su propia perdición, “no tienen excusa por su pecado” (Juan 15: 22).
Creer en el Señor con firmeza
La teoría según la cual nada importa lo que los hombres creen, es uno de los engaños que más éxito da a Satanás. Bien sabe él que la verdad recibida con amor santifica el alma del que la recibe; de aquí que trate siempre de sustituirla con falsas teorías, con fábulas y con otro evangelio.
Las interpretaciones vagas y fantásticas de las Santas Escrituras, así como las muchas teorías contradictorias respecto a la fe religiosa, que se advierten en el mundo cristiano, son obra de nuestro gran adversario, que trata así de confundir las mentes de suerte que no puedan descubrir la verdad. Y la discordia y la división que existen entre las iglesias de la cristiandad, se deben en gran parte a la costumbre tan general de torcer el sentido de las Sagradas Escrituras con el fin de apoyar alguna doctrina favorita.
Muchos procuran descubrir algo curioso y original.
En lugar de estudiar con esmero y con humildad de corazón la Palabra de Dios con el objeto de llegar al conocimiento de su voluntad, muchos procuran descubrir algo curioso y original. Con el fin de sostener doctrinas erróneas o prácticas anticristianas, hay quienes toman pasajes de la Sagrada Escritura aislados del contexto, no citan tal vez más que la mitad de un versículo para probar su idea, y dejan la segunda mitad que quizá hubiese probado todo lo contrario. Es así como gran número de personas pervierten con propósito deliberado la Palabra de Dios.
Otros, dotados de viva imaginación, toman figuras y símbolos de las Sagradas Escrituras y los interpretan según su capricho y luego presentan sus extravagancias como enseñanzas de la Biblia. Siempre que uno se da al estudio de las Escrituras sin estar animado de un espíritu de oración y humildad, susceptible de recibir enseñanza, los pasajes más claros y sencillos, como los más difíciles, se desviará de su verdadero sentido.
Falsas teorías acerca de Dios
Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. Romanos 1:21.
Por otro lado, la teoría según la cual Dios es una esencia inmanente en toda la naturaleza es uno de los engaños más sutiles de Satanás. No presenta a Dios tal cual es y deshonra su grandeza y majestad. Las teorías panteístas no son confirmadas por la Palabra de Dios. La luz de la verdad enseña que esas teorías son agentes destructores del alma. Las tinieblas son su elemento y la sensualidad su esfera. Agradan al corazón natural y dan rienda suelta a las inclinaciones. El resultado de aceptarlas es la separación de Dios.
Teorías referentes a Dios que quitan toda eficacia a su Palabra
Si Dios es una esencia inherente a toda la naturaleza, debe morar en todos los hombres, y para llegar a la santidad el hombre necesita tan solo desarrollar el poder que está en él. Esas teorías desarrolladas hasta sus conclusiones lógicas suprimen completamente el cristianismo. Eximen de la necesidad de la redención, y hacen del hombre su propio salvador. Esas teorías referentes a Dios quitan toda eficacia a su Palabra, y los que las aceptan estarán expuestos al peligro de considerar finalmente toda la Biblia como una fábula. Pueden estimar que la virtud es mejor que el vicio; pero habiendo privado a Dios de su soberanía, ponen su confianza en la fuerza del hombre, la cual sin Dios no tiene valor.
La voluntad humana abandonada a sí misma no tiene fuerza real para resistir al mal y vencerlo. Las defensas del alma son derribadas. El hombre no tiene más barreras contra el pecado. Una vez rechazadas las restricciones de la Palabra y del Espíritu de Dios, no sabemos hasta qué profundidad podemos caer. Los que persistan en esas teorías espiritualistas, arruinarán con seguridad su carrera cristiana. Se privarán de la comunión con Dios y perderán la vida eterna…
Hay solo un poder que puede sustraer los corazones de los hombres al imperio del mal: El poder de Dios en Cristo Jesús. Solo por la sangre del Crucificado podemos purificarnos. Solo su gracia puede hacernos capaces de resistir las tendencias de una naturaleza caída y subyugarlas. Y ese poder lo anulan las teorías espiritualistas referentes a Dios.
Una obra maestra de engaño
Las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios; mas las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos para siempre, para que cumplamos todas las palabras de esta ley. Deuteronomio 29:29.
Una de las seducciones magistrales de Satanás consiste en mantener a los espíritus de los hombres investigando y haciendo conjeturas sobre las cosas que Dios no ha dado a conocer y que no quiere que entendamos. Así fue como Lucifer perdió su puesto en el cielo. Se indispuso porque no se le revelaron todos los secretos de los designios de Dios, y no se fijó en lo que se le había revelado respecto a su propia obra y al elevado puesto que se le había asignado. Al provocar el mismo descontento entre los ángeles que estaban bajo sus órdenes, causó la caída de ellos.
En nuestros días trata de llenar las mentes de los hombres con el mismo espíritu y de inducirlos además a despreciar los mandamientos directos de Dios. Son muchos los que dan por hechos científicos lo que no pasa de ser meras teorías y piensan que la Palabra de Dios debe ser probada por las enseñanzas de “la falsamente llamada ciencia”. 1 Timoteo 6:20. El Creador y sus obras les resultan incomprensibles; y como no pueden explicarlos por las leyes naturales, consideran la historia bíblica como si no mereciese fe.
Muchos se alejan de la fe y son seducidos por el diablo
Los que dudan de la verdad de las narraciones del Antiguo Testamento y del Nuevo, dan a menudo un paso más y dudan de la existencia de Dios y atribuyen poder infinito a la naturaleza. Es así como muchos se alejan de la fe y son seducidos por el diablo. La filosofía intentó sondear y explicar misterios que no serán jamás revelados en el curso infinito de las edades. Si los hombres se limitaran a escudriñar y comprender tan solo lo que Dios les ha revelado respecto de sí mismo y de sus propósitos, llegarían a tal concepto de la gloria, la majestad y el poder de Jehová, que se darían cuenta de su propia pequeñez y se contentarían con lo que se reveló.
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