No estamos bajo la ley sino bajo la gracia

La gracia de Dios“El pecado no se enseñoreará de vosotros, pues no estáis bajo la Ley, sino bajo la gracia”.  Romanos 6:14. Debemos entender que los textos de Pablo en ocasiones necesitan ser revisados con reflexión para no ser mal interpretados.

Cuando Pablo dice que no estamos bajo la Ley, no se refiere en primer lugar a una ley en particular, sino a ley como un principio general. Podemos empezar a entender que los cristianos no están bajo ley como un camino de salvación, sino bajo gracia; la gracia es el camino para la salvación. Entendemos por “Gracia”, la vida, muerte y resurrección de Cristo por medio de la cual se ofrecen gratuitamente los dones del cielo.

La ley no puede salvar a un pecador, ni puede poner fin al pecado o a su dominio. Dice Romanos 3:20 Por tanto, por las obras de la ley ninguna carne será justificada delante de Él; pues por la ley es el conocimiento del pecado.  ¿Cuál es la función de la ley? Revelar el pecado.

La ley no puede perdonar los pecados ni suministra poder alguno para vencerlos

Ahora tenemos en Romanos 5:20 Y la ley entró para que el pecado abundase; pero cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia. Debe quedar claro que la ley no puede perdonar los pecados ni suministra poder alguno para vencerlos.

El problema de los tiempos apostólicos con el fariseísmo o un cristianismo que buscaba ganar favores solo por normas, es el mismo de hace un siglo y quizás de hoy…está en perder de vista la función de la gracia y de la ley.

El pecador que procura salvarse por la ley sólo encontrará condenación y estará más fuertemente atado a su pecado porque si piensa que puede salvarse a sí mismo por sus propias obras, no habrá ninguna barrera eficaz contra el pecado.

Vamos a poner un ejemplo con leyes humanas para llegar a una sencilla explicación de la función de la ley y de la gracia. El más fácil puede ser el del semáforo en rojo. ¿Para qué existen los semáforos? Para organizar el tráfico. Puede suceder que si conduciendo desobedezco y me paso un semáforo en rojo, ocurra un accidente. ¿Qué hace el Estado para hacer que los ciudadanos respeten y obedezcan? Coloca leyes porque desde la caída del hombre en el Edén, el ser humano se volvió reacio a hacer lo correcto de una forma natural. Es una lucha espiritual.

¡Cuidado, está prohibido hacerlo!

Ahora, yo no tengo problema con el semáforo en rojo porque no me lo paso, pero si por alguna circunstancia me veo tentado a ello sea por el afán, la impaciencia o lo que sea, aparece la ley y me dice “cuidado, está prohibido hacerlo” o “te lo pasaste, tu multa es de $$$”. Cuando uno maneja no está pensando en el artículo de la ley de tránsito; uno sabe que la ley existe, pero no piensa en ella por el simple hecho que no se quiere cometer la infracción. La ley no ha dejado de existir. Empieza a ejercer su control sobre una parte de mi vida cuando la quebranto; si no la quebranto ni pienso en ella.

Es como cuando se miente o se roba. El Espíritu nos dice que algo hicimos mal, pero si no mentimos o no robamos no estamos pensando en el Mandamiento que dice “No robarás”. Volviendo al ejemplo, si no transgredo la ley del semáforo en rojo, tampoco voy a recibir un diploma por ser un excelente ciudadano. La ley no me premia, me protege o me señala mi error.

Así es con la Ley de Dios. No está allí para decirme si soy bueno o si merezco el cielo…está para mostrarme el pecado y llevarme al que puede solucionar el problema del pecado.

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Si somos guiados por el Espíritu, no estamos bajo la ley

Existe un versículo de Pablo que nos ayuda a enlazar el ejemplo anterior con texto inicial de Romanos:

Gálatas 5:18 Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley. Podemos decir que no estamos bajo la penalidad de la Ley si la obedecemos guiados por el Espíritu Santo. ¿Por qué? La ley no nos puede señalar si no hemos pecado. Porque no estamos mirando la Ley, sino que como en el caso de la conducción y el semáforo, para nosotros debe ser algo natural guardarla. El problema que es pecamos y allí comienza cada Mandamiento a señalarnos. ¿Y por qué pecamos? Porque el ser humano lucha entre pecar y obedecer.

Gálatas 5:22-23 Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio propio; contra tales cosas no hay ley. ¿Contra esto se puede enseñorear la Ley? Claro que no. ¿Contra qué se enseñorea? Gálatas 5:19-21 Ahora bien, las obras de la carne son evidentes, las cuales son: inmoralidad, impureza, sensualidad, idolatría, hechicería, enemistades, pleitos, celos, enojos, rivalidades, disensiones, sectarismos, envidias, borracheras, orgías y cosas semejantes, contra las cuales os advierto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios.

Pablo en ningún momento ha dicho que la Ley está abolida. Solo coloca en su debido lugar la Ley y la Gracia porque existe el problema en el pueblo de Dios de llevar todo a los extremos y de querer que sea solo gracia o solo obras.

La provisión hecha para la salvación del hombre a través de la justicia imputada en Cristo no elimina la Ley ni disminuye sus exigencias. La Ley es el estándar de justicia. Mucha gente lucha guardando los Mandamientos de Dios y sabe que no puede hacerlo por su propia cuenta. No podemos guardar Su Ley con nuestras propias fuerzas. ¡No con nuestra propia capacidad! La muerte de Cristo en la cruz ocurrió por una razón: El Creador es misericordioso y sabía desde un principio que después de la caída no seríamos capaces de guardar Su Ley con nuestra propia capacidad. Sabía que todos seríamos condenados a morir si no se hubiese hecho provisión para aquellos que amaba.

Por esto es que de manera inmediata Pablo declara en Romanos 6:15 ¿Qué, pues? ¿Pecaremos, porque no estamos bajo la ley, si no bajo la gracia? En ninguna manera.

La carta a los Romanos se entiende mejor cuando entendemos la posición de la Ley y la Gracia, cuando entendemos que la Ley no se abolió, cuando entendemos que si pudiera abolirse Cristo no habría tenido que morir para pagar la deuda que tenía la primera pareja y cuando entendemos que Cristo dijo “no he venido para invalidar sino para cumplir” (Mateo 5:17).

A Pablo le tocó trabajar mucho para derribar todo lo que se había formado en su momento, es a saber, pretender ganarse el cielo por obras cumpliendo la Ley. De ahí derivan versículos como “El pecado no se enseñoreará de vosotros, pues no estáis bajo la Ley, sino bajo la gracia”.  Es decir, debemos poner los ojos en la gracia para la salvación personal y no en las obras de la ley. La Ley nos muestra el pecado. Las dos expresiones -“bajo la ley” y “bajo la gracia”- son mejor consideradas como el esfuerzo de Pablo de dilucidar el significado de la ley y la gracia.

Conclusiones sobre Romanos 6:14: “El pecado no se enseñoreará de vosotros, pues no estáis bajo la Ley, sino bajo la gracia”.

-Podemos empezar a entender que los cristianos no están bajo ley como un camino de salvación, sino bajo la gracia.

-La ley se activa cuando la infringimos. Existe, pero no nos señala mientras no pequemos.

-Si pretendemos ganar el cielo venciendo al pecado, es decir, por obras, tarde o temprano pecaremos y la Ley se pondrá encima de nosotros…quedaremos bajo el peso de la Ley, la Ley se activará y estaremos bajo ella.

-“Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley”. ¿Por qué? Porque obedecemos, no pecamos y así la ley no nos puede señalar como pecadores.

-No se puede decir “no estoy bajo la Ley sino bajo la gracia” y sin embargo infringir la Ley: robar, matar, mentir. Aquí la Ley ya se activó.

-La gracia y la Ley deben ir de la mano. Si las obras de la Ley no fueran válidas ante el cielo, entonces los versículos Apocalipsis 12:17Entonces el dragón se llenó de ira contra la mujer; y se fue a hacer guerra contra el resto de la descendencia de ella, los que guardan los mandamientos de Dios (Ley) y tienen el testimonio de Jesucristo (vida en fe, gracia, oración, dependencia del Padre)”, y Apocalipsis 14:12Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús”, no tendrían sentido en nuestra vida cristiana.

¡Yo estoy bajo la gracia. Cumplo la Ley para no estar bajo la Ley!