Revisemos cómo podemos apoyarnos en las promesas de Dios para salir victoriosos en ocasiones donde necesitamos respuestas y aún un milagro en nuestras vidas.
Alguien en alguna ocasión hacía su exposición sobre lo que representa un milagro. El ejemplo se basaba en una historia real de un niño que por accidente cayó de un cuarto piso al suelo de la calle, pero no sufrió ni la muerte ni heridas de consideración. Sobre dicha exposición, esta salvación no podía considerarse como un evento milagroso ya que no hay una ley que afirme que cuando alguien cae de un cuarto piso y se estrelle contra el suelo deba morir.
¿En qué punto comienza el milagro?
Cuando hay una clara contraposición a las leyes naturales que rigen la física o la química o lógica humana. Quizás el milagro en este caso hubiera podido ser que el niño luego de haber caído hubiera rebotado y hubiera ingresado de nuevo al apartamento, lo que indicaría una contra versión a la ley de la gravedad terrestre.
En el libro de Josué encontramos un pasaje con un evento preocupante. Cinco naciones paganas poderosas están listas a destruir al pueblo de Gabaón quien había hecho paz con los Israelitas que estaban entrando a conquistar toda la tierra prometida. Josué es llamado para que socorra a este pueblo, pero lo interesante es que Dios le habla y empeña su Palabra al decirle que no debe temer y que solo actúe porque ya la victoria está asegurada.
Josué 10:6-8 “Y Jehová dijo a Josué: No tengas temor de ellos; porque yo los he entregado en tu mano, y ninguno de ellos prevalecerá delante de ti”.
En la angustia, las promesas de Dios
En tus momentos de angustia y desesperación, ¿clamas a Dios y esperas su respuesta de victoria? Y si la oyes, ¿estás dispuesto a creerle? ¿Crees en las promesas de Dios? Hubiera sido fácil para Josué escuchar la voz de Dios pero negarse a ir al campo de batalla para defender a un pueblo que ni siquiera era el suyo. Pero el creyó y por eso venció. Si quieres hoy vencer, primero debes creer en Dios, creer en su Palabra y luego actuar y esperar con fe.
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Dios tiene muchas maneras de obrar para nuestro bien y para nosotros muchas de ellas son extrañas. Igual intentar entender el pensamiento de Dios es como querer conocer todo el universo mirando a través de una lupa. Pero si Dios necesita hacer un milagro lo hará con tal de que sus propósitos sean cumplidos.
Isaías 28:21 “Porque Jehová se levantará como en el monte Perazim, como en el valle de Gabaón se enojará; para hacer su obra, su extraña obra, y para hacer su operación, su extraña operación.”
El sol de detuvo
Josué 10: 12-14 “Entonces Josué habló a Jehová el día en que Jehová entregó al amorreo delante de los hijos de Israel, y dijo en presencia de los israelitas: Sol, detente en Gabaón; Y tú, luna, en el valle de Ajalón. Y el sol se detuvo y la luna se paró”
¿Quién habló, Dios o Josué? Fue Josué quien dio la orden. ¿Quién hizo el milagro? ¡Dios! Ahora, entendamos bien que el narrador de estas palabras lo hace según su comprensión que le da su conocimiento; en este orden, ¿qué se detuvo, el sol o la tierra? Por supuesto que la tierra. ¿Milagro? ¡Seguro que sí!
Las promesas de Dios, ¿hay algo imposible para Él?
Para la ciencia muchas cosas son imposibles pero par Dios nada. Si Dios empeña su Palabra, hará lo que sea necesario para glorificar su nombre. Aquí se necesitan dos cosas: La primera, que se debe pedir según la voluntad de Dios, no de una manera egoísta, sino que todo sea hecho para gloria de su nombre. La segunda, creer.
Josué tenía en su corazón promesas de Dios en las que siempre confió y por ello pudo pedir y vivir lo que reclamó. En el capítulo 1 de Josué tenemos: “Esfuérzate y sé valiente; porque tú repartirás a este pueblo por heredad la tierra de la cual juré a sus padres que la daría a ellos. Solamente esfuérzate y sé muy valiente, para cuidar de hacer conforme a toda la ley que mi siervo Moisés te mandó”. De aquí entendemos que debemos conocer las promesas de Dios y memorizarlas para poderlas reclamar.
Es tiempo de leer la Biblia y de apropiarse de estas promesas que están aguardando allí para los que quieran pedirlas y vivirlas porque una de ellas dice claramente “pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamada y se os abrirá”.
Si hoy necesitas una respuesta, un milagro, es tiempo de confiar en las promesas Dios y pedir su pleno cumplimiento.
¡El Señor te bendiga!