Estamos a las puertas del cielo y muchos siguen probando a Dios prefiriendo los beneficios temporales de sus actos sin revisar sus consecuencias, aun cuando se vaya en contra de la voluntad del Señor. Revisemos esto sobre todo cuando la respuesta de Dios ya ha sido un “NO”.
En Números 22: 1-11 nos encontramos con una historia interesante que nos sirve de ejemplo para aprender una de las lecciones más importantes que puede darnos la vida, la obediencia, a pesar de que la respuesta de Dios sea NO.
“…ordenó (Balac) a sus mensajeros que dijeran a Balaam: “De Egipto ha venido un pueblo que se ha extendido por todo el país, y ahora se ha establecido delante de mí. Ven en seguida y maldice a este pueblo por mí, pues es más fuerte que nosotros. Quizá así pueda yo derrotarlos y expulsarlos del país. Yo sé que tus bendiciones y tus maldiciones siempre se cumplen””.
La historia bíblica nos dice que el pueblo de Dios había pasado ya 40 años de peregrinación en el desierto y la segunda generación de los salidos de Egipto estaba a punto de tomar la tierra prometida de la cual solo los separaba el río Jordán. El pueblo de Dios había comenzado a tomar algunas ciudades de la zona como las de los Amorreos. Balac rey de Moab teme por su vida y decide que antes de enfrentar a ese pueblo numeroso hará que primero caiga una maldición sobre ellos de parte de Dios y para ello llama a uno que no falla en sus declaraciones y cuya fama es bien respetada: Balaam.
Dios responde
El Señor dijo a Balaam: “No vayas con ellos ni maldigas a ese pueblo, porque a ese pueblo lo he bendecido yo” (versículos. 12,13). Es interesante ver lo que responde Balaam, profeta de Dios, a los enviados por Balaac: “Regresen a su tierra. El Señor no me permite ir con ustedes”. En otras palabras “si por mi fuera iría, pero Dios no me deja, la respuesta de Dios es no”. ¿Qué había en el corazón de Balaam? Codicia por lo que le traían de la tierra de Moab. La historia misma nos deja en claro más adelante.
Esta parte de la historia no es muy diferente a lo que viven muchos cristianos hoy. La obediencia a Dios no es de corazón, sino que está regulada por una mente que no ama a su Creador y que todo lo ve como un conjunto de prohibiciones desmesuradas. Es una lucha entre “si por mi fuera lo haría pero Dios me lo prohíbe” y “debo hacer lo que Dios me pide porque esto es lo correcto”.
Balaam fue probado
Balac insistió y volvió a enviar otros emisarios a Balaam que le dijeron: “Por favor, no te niegues a venir. yo te daré los más grandes honores, y haré todo lo que me pidas; pero ven y hazme el favor de maldecir a este pueblo. Pero Balaam les respondió: Aunque Balac me diera todo el oro y la plata que caben en su palacio, yo no podría hacer nada, ni grande ni pequeño, que fuera contra las órdenes del Señor mi Dios”.
En su respuesta a las peticiones de los embajadores, hizo alarde de tener mucha conciencia y les aseguró que ninguna cantidad de oro y de plata podía persuadirle a obrar contra la voluntad de Dios. Pero anhelaba acceder al ruego del rey.
¿Cómo sabemos que anhelaba?
El versículo 19 nos lo aclara: “Sin embargo, quédense ustedes aquí también esta noche, y veré qué me dice esta vez el Señor.”. Aunque ya se le había comunicado la voluntad de Dios en forma definitiva, rogó a los mensajeros que se quedaran, para que pudiese consultar otra vez a Dios, como si el Infinito fuera un hombre sujeto a la persuasión. Estaba esperando un “a ver si Dios cambia de opinión”. ¿Es esto sensato? ¡Pobre Balaam! Y sin embargo hoy en día actuamos como aquel que quiso jugar con Dios. En ocasiones sabemos claramente que no debemos juntarnos con un grupo de personas, o visitar sitios inconvenientes, o escuchar cierto tipo de música, o comer lo que nos hará daño (por poner solo unos ejemplos) y aún insistimos en un “preguntémosle a Dios para ver si quiere” (cuando la respuesta de Dios ha sido “NO”).
¿Por qué ahora Dios responde “Sí”?
“Si esos hombres han venido por ti, levántate y vete con ellos, pero tendrás que hacer solamente lo que yo te diga”. El Señor le permitiría a Balaam que hiciera su propia voluntad ya que se empeñaba en ello. Balaam no procuraba hacer la voluntad de Dios sino que decidía por sí mismo y luego se esforzaba por obtener la aprobación del Señor así no fuera lo correcto.
Ahora demos un salto en esta historia y miremos dos aspectos: La caída de Balaam y la caída de Israel.
¿Qué se dice de Balaam en otros libros de la Biblia?
Balaam resultó aliándose con Balac y murió a filo de espada en la incursión de los israelitas a ese territorio. Desde el principio Dios había dicho a Balaam que no fuera, pero este, rehusando el mandato de Dios, fue y encontró la consecuencia de su desobediencia “la muerte” Números 31:6-8. También Balaam aconsejó a Balac para que hiciera caer a Israel apartándolo de la bendición del Señor; el pueblo no podía ser maldecido, pero si lograba que se mezclase con las naciones vecinas, se corrompería.
2 Pedro 2:15 “Andan perdidos, porque se han desviado del camino recto. Siguen el ejemplo del profeta Balaam, hijo de Beor, que quiso ganar dinero haciendo el mal”.
Apocalipsis 2:14 “Pero tengo unas cuantas cosas contra ti: que ahí tienes algunos que no quieren apartarse de la enseñanza de Balaam, el cual aconsejó a Balac que hiciera pecar a los israelitas incitándolos a comer alimentos ofrecidos en sacrificio a los ídolos y a la prostitución”.
¿Y qué en cuanto a Israel?
A raíz del consejo de Balaam, los moabitas llevaron al pueblo de Dios al pecado. Por sus relaciones con los idólatras y la participación que tuvieron en sus festines, los hebreos fueron inducidos a violar la ley de Dios, y atrajeron sus juicios sobre toda la nación. Así también ahora Satanás obtiene su mayor éxito, en lo que se refiere a hacer pecar a los cristianos, cuando logra inducirlos a que se relacionen con los impíos y participen en sus diversiones. 40 años atrás en Cades Barnea, perdieron la entrada a la Canaán terrenal. Por apartarse de la bendición de Dios tuvieron que regresar a peregrinar por el desierto. Ahora 40 años después a las puertas de Canaán, miles encontraron la muerte y se quedaron fuera por no hacer la voluntad de Dios.
Terminemos con esto: Dios exige hoy de su pueblo que se mantenga tan distinto del mundo, en sus costumbres, hábitos y principios, como debía serlo el antiguo Israel. Si siguen fielmente las enseñanzas de su Palabra, existirá esta distinción; no podrá ser de otra manera. Las advertencias dadas a los hebreos para que no se relacionaran ni mezclaran con los paganos no eran más directas ni más terminantes que las hechas a los cristianos para prohibirles que imiten el espíritu y las costumbres de los impíos. Cristo nos dice:
1 Juan 2:15 “No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él”.
Santiago 4:4 “La amistad del mundo es enemistad con Dios. Cualquiera pues, que quisiere ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios”.
Son millares hoy los que siguen una conducta parecida. No tendrían dificultad en comprender su deber, si éste armonizara con sus inclinaciones. Lo hallan claramente expuesto en la Biblia, o indicado por las circunstancias y la razón. Pero porque estas evidencias contrarían sus deseos e inclinaciones, porque la respuesta de Dios es no, con frecuencia las hacen a un lado y pretenden acudir a Él para saber cuál es su deber. Aparentan tener una conciencia limpia y en fervientes y largas oraciones piden ser iluminados. Pero Dios no tolera que los hombres se burlen de él. A menudo permite a tales personas que sigan sus propios deseos y que sufran las consecuencias. Fue lo que le sucedió a Balaam.
Salmos 81:11, 12 “Mas mi pueblo no oyó mi voz, … dejélos por tanto a la dureza de su corazón: caminaron en sus consejos.” Hay mucho peligro en no hacer el deber que Dios exige. Se debe ir con espíritu humilde y sumiso, pedir fortaleza divina y sabiduría para hacer lo que se nos pide.
Ser obediente a Dios y tener un corazón nuevo es en lo que debemos insistir. Cuando la respuesta de Dios es “NO” hay que escuchar su voz. Deberíamos decir como el salmista: “Oh Dios, ¡pon en mí un corazón limpio!, ¡dame un espíritu nuevo y fiel!”, Salmo 51:10.
¡Cuando la respuesta de Dios es “no”, es “no”. Él no se equivoca.
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